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AUGURES

Juan de la Cruz · Laura González Cabrera

14 de marzo al 16 de mayo de 2025.

Augures.

En un acto, no desprovisto de cierto heroísmo, el augur miró al cielo observando detenidamente el vuelo de los pájaros para así asegurarse el favor de los dioses en la futura empresa. Tomó los auspicios y dividió mentalmente el espacio que le circundaba comenzando a trazar, lituo en mano, dos ejes perpendiculares, cardo y decumano y todo lo que a su alrededor comprendería la futura urbe.

Con este primer gesto señala origen y posibilidad; como trabajo inaugural hacia lo que luego deviene trama urbana. Una retícula que se expande y crece; aumenta. No en vano el término "augur" proviene del latín "augere" que literalmente significa aumentar, en el sentido de hacer crecer, tomar cuerpo o dar espesor. Una fuerza que surge desde dentro, desde el propio interior, para desarrollar una posibilidad que ya estaba presente y esperaba ser convocada para emerger y acrecentarse.

Es aquello que te habla si lo escuchas atentamente. Eso que parece guiar tu mano en un despliegue que da lugar a una construcción de nudos o una amalgama de líneas, que son sujeción para el espacio y soporte para todo aquello que se va revelando. Adquiriendo, luego, una infinidad de posibles lecturas con la mirada y la experiencia de cada espectador.

De este modo surge un algo dispuesto a ser interpretado, sentido y recreado, que se constituye a través de múltiples intersecciones, como las dos trayectorias artísticas y vitales que aquí confluyen. Un cruce propiciado por la intuición y apuesta de los galeristas, quienes señalan a su vez un espacio y un tiempo para el encuentro. Ambas prácticas colaboran estrechamente, desde lo que las une o las distingue, para construir juntas un lugar de comunión.

Ambos artistas tejen, traman y urden con una calculada acumulación de nudos o trazos y nos ofrecen parte de su propio tiempo en un verdadero acto de amor. Y es desde esa entrega que nos interpelan y nos invitan a tomar un tiempo proporcional para recorrer las piezas desplegadas ante nosotros. Nos animan a descifrar y desenmarañar con la mirada, a adentrarnos a través de las hebras o pinceladas, a encontrar los sortilegios velados entre el color y escondidos entre las formas.

Juan de la Cruz es redescubrimiento, gesto desinhibido e impulso.
Laura González Cabrera es contención, métrica y cálculo.
Juan se escapa de la bidimensión, se desborda y disuelve los límites.
Laura opera con gesto medido que desmenuza para crear sistemas, códigos y órdenes en apariencia restringidos. Se camufla en el color y el trazo, pero está ahí, entre las líneas, las palabras y el tiempo.
Juan trama fibras naturales, enlaza hilos de algodón, lana, yute, sisal o fibras sintéticas. Primero sobre el plano, luego con relieves. En una búsqueda de liberación textil, crea juegos volumétricos que le conducen hacia una experimentación progresiva en la relación del tejido con el espacio.
Laura digiere; Juan regurgita.
Laura es un salto al abismo, a una infinitud caótica y deslumbrante.
Juan ofrece múltiples asideros, brinda cobijo y acaricia con sus texturas.
En ambos artistas no hay posibilidad de cabos sueltos, ni lienzos en blanco o espacios vacíos.

Sus obras se enraízan en la tradición y se abren a su tiempo. Nacen en la frontera del lenguaje y lo renuevan. Donde conceptos como ancestral, trabajo manual, elaboración artesanal, pintura o tejido son términos no reñidos con la contemporaneidad.

Y es ahora, a punto de comenzar la visita, que cruzamos ese umbral que nos separa de lo cotidiano. Ese espacio liminal que provoca la unión entre dos opuestos: exterior/interior, público/privado y que nos reclama un tiempo y un andar pausado, de contemplación. La ambivalencia del umbral nos remite a la dualidad simbólica de Jano, Dios de los inicios, de los portales. Ese "atravesar" efímero, adquiere ahora una dimensión ritual.

Que la experiencia sea rica y transformadora.

Gino Senesi.

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